jueves, 8 de septiembre de 2011

Yo, Dinosaurio de Papel.

Es tiempo de hablar de mi, dejar a un lado las metáforas, conozcan un poco mas sobre mi. Como ya se habrán dado cuenta, que en ocasiones soy medio metiche y estoy viendo donde hay algún tema que causa controversia para aportar mi punto de vista.

Bueno, mi nombre completo es Rafael Armando González Carranza, nacido en Guadalajara, Jalisco, pero viví mi infancia en el pueblo de Tequila, Jalisco; donde actualmente vive gran parte de mi familia, soy el tercer hijo de mi madre y segundo hijo de mi padre, provengo de una familia totalmente tradicional. Desde niño me considere un tanto inquieto, que va, demasiado inquieto, curioso, preguntón. Desde pequeño siempre tuve la inquietud por las formas visuales, eran y actualmente todavía son algo que atraen mucho mi atención, con ellas puedo permanecer largo tiempo observando, analizando, simplemente es lo mio.

De niño ingrese a talleres relacionados con las artes, ya sean escénicas, musicales o visuales. Asistí a cursos de actuación, estuve durante un tiempo en un ballet de danza. En mi adolescencia pertenecí a un grupo musical el cual era conformado por 15 personas, algunos tocando flauta y otros guitarra, solía ser el flautista solista principal del grupo (...me da risa, sólo lo hacia como diversión...).

También en mi adolescencia combinaba mis actividades extra-escolares con clases de Dibujo Artístico y Pintura, este tipo de actividades fueron las que siempre me controlaron totalmente, para pasar a ser un niño y adolescente totalmente aislado de mis compañeros de la escuela y vecinos. Fue una de las actividades con las cuales me sentí mas completo, en la cual me podía expresar totalmente. Pasaba toda la semana dibujando y pintando, era algo tan emocionante para mi, claro tampoco descuidaba mis actividades escolares; siempre fui sobresaliente dentro de mis grupos, no por mi altura, por mi capacidad de analizar, ser reconocido como de los mejores alumnos de mi grupo fue un reto para mi; volviendo a lo anterior, aún recuerdo los momentos en lo que me ponía a pintar en la cochera de mi casa, un lugar donde siempre me sentí acogido y observado por las personas, por que estaba a vista de quien pasaba por la calle. Recuerdo y actualmente sigue en las mismas condiciones la cochera de casa de mis papás, sin piso, sin enjarrar, el ladrillo totalmente aparente. Por cierto, tenia una manía de morder los muros, el sentir el sabor en mi boca era algo totalmente inigualable que aún lo recuerdo. También fui y soy una persona la cual le gusta experimentar con sabores, eso lo aprendí de mi madre, quien se la pasaba cocinando todo el tiempo postres, eso me encantaba de mi infancia, comer, comer, comer. Pero eso tuvo secuelas, engordar. Durante mi adolescencia fui parte del equipo de basquetbol juvenil municipal, hasta eso tenia actividad, pero la verdad solo iba por que mi mamá me enviaba, "para hacer amistades".

Siempre me di cuenta, que fui un niño totalmente diferente a los demás, con ciertas apreciaciones de la vida un tanto maduras para mi edad, no se a que se deba, podré sonar un tanto egolatra, pero es algo que muchas personas me lo han dicho, el ser un persona con un coeficiente intelectual un poco elevado de lo común, me llevo a ser la personas que soy actualmente. Hablar un poco de mi familia en ocasiones es un tanto generador de conflictos, pero actualmente ya es algo que no me preocupa, el hecho de haber sido el hermano raro, el primo gordito, quien siempre fue agredido por los demás de mi edad. Me llevo también a madurar emocionalmente.

Algo que mas me gusto fue haber pasado toda mi infancia y mi adolescencia en casa de mi abuela, una casa grande a mi parecer. Una casa que estaba conformada con dos patios y cuartos alrededor de arquitectura ecléctica entre el funcionalismo mexicano y el colonial, al final un corral donde había arboles frutales animales y vivían la mayor parte de mis primos. Amaba subir a la azotea de esa casa, es enorme, donde mi abuela plantaba hierbas, algo chistoso era subir a olerlas, era algo que me encantaba hacer y comerlas, sobretodo el orégano. Una anécdota que recuerdo mucho, dentro de mis ocurrencias fue ¿como sería tener una alberca enorme en la azotea? me di la tarea de hacerla realmente, como todos sabemos en las azoteas hay pretiles (muros bajos de aproximadamente 30 a 50cm), pues bueno lo que hice fue tapar todos los bajantes de aguas pluviales, hasta formar un perímetro considerable y rompí la tuviera, espere, espere, espere hasta que llenara la azotea, vi que no subía el nivel del agua, se me hizo fácil dejar eso así e ir a la plaza a distraerme para no estar esperando, al regresar recibí un enorme regaño por los daños que había hecho, en efecto la presión subió y se inundo un parte de la azotea, cabe mencionar que mi ocurrencia fue un éxito y era de aplaudirse; pero me pusieron una tunda tremenda que aun me acuerdo y solo me da risa. Pero no fue la única vez que lo hice, después lo hice con una zona pequeña, pero ya no rompí la tubería, lo que hacia ere abrir la llave del tinaco para que se vaciara.

Algo que me caracteriza también, que alguno lo saben o se los he hecho mención, es mi temor por los vehículos y las carreteras, realmente tengo un poco de miedo, por no decir pavor, esto se debe cuando era niño solía ir al potrero de mi abuelo, un terreno enorme en el cerro de tequila, donde cultivaba maíz y agave, donde siempre me ponían a cargar costales de semillas y fertilizantes, la mejor recompensa era cuando cortábamos el elote y lo asábamos en el corral de casa de mi abuela, era como una fantasía hecha realidad, cientos de elotes dispuestos a digerir. En una ocasión que fuimos a llevar agua a los caballos del potrero, de regreso en la camioneta de mi tío Juan, donde cargaba la pipa de agua, la utilizábamos como caballo; la pipa era enorme que solo cabía en la camioneta por eso teníamos que subirnos sobre ella, mi hermano y mis primos solían bajarse de la pipa y de la camioneta andando en la carretera a correr sobre el camino, hasta que llego el momento de hacerme valor y hacer lo mismo, para esto fue un intento fallido, por que la camioneta me arrastro sobre la carretera un buen tramo, mis rodillas quedaron muy mal, hasta tener visible el hueso. Ahora solo me da risa, no que pensaba en ese momento. Pero lo que mas aprecio de esos momentos, es que siempre me permití experimentar lo que pensaba y tratar de hacerlo realidad.

Salir de la preparatoria a los 16 años fue algo complicado, sobre todo para ingresar a la universidad, no provengo de una familia económicamente abuntande, si quería seguir estudiando tenia que trabajar. A mis 17 años emigré a Guadalajara, a cursar la licenciatura en Arquitectura, en la Universidad de Guadalajara, elegí esta profesión por que ya tomaba muchas cosas en cuenta como donde emplearme, los ingresos que podía tener; siempre quise cursar la licenciatura en Artes Visuales, escultura y pintura, lamentablemente en México, es algo con lo cual moriría de hambre. Durante la mayor tiempo en que curse mi formación profesión trabajé en Mundo Cuervo, donde conoci personas valiosas, donde me di cuenta que puedo ser una persona con liderazgo, pues mi forma de vida y de pensar, les atraía a muchos de ellos.

Actualmente practico mi profesión como Arquitecto, podría decir con especialidad en Diseño Urbano, pues la mayor parte del tiempo colaboro en esa área. Es un área la cual me deja mucha satisfacción, por que puedo analizar el comportamiento de la ciudad, para crear nuevas zonas, donde mi imaginación me ayuda mucho por las formas geométricas que puedo lograr. Además tengo pensado estudiar una maestría en Diseño Urbano, existen dos de las cuales tengo que elegir. También soy un entrepreneur, estoy iniciando un proyecto en una empresa de multivnivel, en la cual me estoy desarrollando y cambiando mi forma de ver la vida; algo que para mi era imposible lo puedo ver papable hoy en día. Sé que esto es el comienzo de una nueva etapa en mi vida, la cual estoy ansioso por disfrutar aún mas.


Para finalizar me gustaria compartir una ilustracion la cual llamo "Yo, Dinosaurio de Papel", esta ilustración fue una actividad que hice en terapia, donde mi terapeuta me dejo de tarea mi biografia, de la forma mas creativa para mi. Es una ilustración de Técnica mixta, donde utilizo collage, carboncillo y pastel seco.

Dinosaurio de Papel

Yo, Dinosaurio de Papel
me gusta volar,
soñar
y por mi mente a viajar.

Yo, Dinosaurio de Papel,
me sé camuflar.
Yo Dinosaurio de Papel,
no se en quien confiar.

Mis emociones son mi escencia
o solo es una creencia,
donde me puedo resguardar
y así no tener presencia.

Yo, Dinosaurio de Papel,
en ocasiones no sé escuchar
quizás es el miedo
de volver a la realidad.

Yo, Dinosario de Papel,
soy grande y de mucha cordialidad
yo, dinosaurio de papel,
soy mas frágil de lo que puedas pensar.






lunes, 29 de agosto de 2011

Intuición. La luz de un camino desierto.

Este tema lo pensé, por una vivencia que tuve este fin de semana. Estuve asistiendo a un curso denominado Monitor de vih/sida, el cual nos capacitaban para poder dar información y ejecutar acciones referentes para la prevención del vih/sida. Fue muy interesante asistir a este, en donde aprendí tantas cosas, crecí como persona por que eliminé muchos estigmas y prejuicios que aún tenía, por ignorancia totalmente. Para no hacerla tan larga, por que el tema es un tanto largo. El sábado que fue el día final hicimos una pequeña convivencia donde se entregaron los reconocimientos y se dio una hoja donde estaban escritas algunas de nuestras cualidades, que los demás compañeros notaron en nuestras personas. Uno de ellos fue el que me llamó la atención, INTUITIVO, será, acaso me dejo llevar mucho por mis presentimiento, total me agrado mucho que lo notaran. Ademas de salir ebrio, salí contento por esa palabra que tanto me gusta.

Que complicado puede ser el no vivir con mi intuición, quizá es un tema un tanto causante de controversias en la sociedad en la que vivo, esto quiere decir, tiene muchos tabús, ser intuitivo es parte de reconocer la parte femenina que todos tenemos. Pero como sabemos, en México, ser femenino es parte de ser discriminado. También ser femenino hasta para una mujer es parte de ser dócil, ser inferior; de lo anterior, estoy totalmente en desacuerdo, todos tenemos un mismo valor. A donde quiero llegar con esto, ser intuitivo es desarrollar instintos que actualmente no utilizamos, en mi caso trato de trabajar con eso constantemente. Ser intuitivo me ha salvado de muchas cosas, que quizá mis ojos no pueden ver o mi cerebro no puede razonar, en ocasiones siento algo, como un latir de que algo pasará o los resultados no serán como lo espero, o que no haga esa acción por que puede ser peligroso; ese sentimiento lo puedo relacionar con la intuición, físicamente podríamos sentir un palpitar, como si una voz me dice que hacer o simplemente una descarga de adrenalina.

En ocasiones vivir, y poner atención a todas nuestras emociones nos ayudan a identificar este tipo de acontecimientos. Lo sé por experiencia, por que la intuición me lo ha enseñado y he hecho caso de ella. Por eso, trato siempre de abrazar mi parte femenina, la parte que mi mamá enseñó para poder sobrevivir, tratar de no sufrir o tomar una decisión lo mas acertada posible; por que no hasta para dar un paso hacia atrás, ver mejor las cosas y huir.

Creo relacionar la intuición con la confianza, no soy especialista en el tema, pero el tiempo en el que he usado la intuición me ha dado mas confianza, para poder tomar decisiones adecuadas, se transforma en experiencia; estando vinculadas unas con otras. En este momento de mi vida, es cuando mi intuición esta al 100%, quien me dice que hacer y que no hacer, a donde dirigirme o simplemente que es lo mejor para mi. Intuyo algo aproximarse, pero no se bien que es, solo esperare a que llegue el momento, estar preparado para que pueda llegar a pasar. No sé, puede ser algo bueno o algo amargo. Instintivamente me preparo.

Hay un cuento gitano el cual nos hace una analogía, de lo que puede ser la intuición.


Vasalisa la Sabia.

Había una vez y no había una vez una joven madre que yacía en su lecho de muerte con el rostro tan pálido como las blancas rosas de cera de la sacristía de la cercana iglesia. Su hijita y su marido permanecían sentados a los pies de la vieja cama de madera, rezando para que Dios la condujera sana y salva al otro mundo. La madre moribunda llamó a Vasalisa y la niña se arrodilló al lado de ella con sus botas rojas y su delantalito blanco. -Toma esta muñeca, amor mío -dijo la madre en un susurro, sacando de la colcha de lana una muñequita que, como la propia Vasalisa, llevaba unas botas rojas, un delantal blanco, una falda negra y un chaleco bordado con hilos de colores. -Presta atención a mis últimas palabras, querida -dijo la madre-. Si alguna vez te extraviaras o necesitaras ayuda, pregúntale a esta muñeca lo que tienes que hacer. Recibirás ayuda. Guarda siempre la muñeca. No le hables a nadie de ella. Dale de comer cuando esté hambrienta. Ésta es mi promesa de madre y mi bendición, querida hija.

Dicho lo cual, el aliento de la madre se hundió en las profundidades de su cuerpo donde recogió su alma y, cuando salió a través de sus labios, la madre murió. La niña y su padre la lloraron durante mucho tiempo. Pero, como un campo cruelmente arado por la guerra, la vida del padre reverdeció una vez más en los surcos y éste se casó con una viuda que tenía dos hijas. Aunque la madrastra y sus hijas siempre hablaban con cortesía y sonreían como unas señoras, había en sus sonrisas una punta de sarcasmo que el padre de Vasalisa no percibía. Sin embargo, cuando las tres mujeres se quedaban solas con Vasalisa, la atormentaban, la obligaban a servirlas y la enviaban a cortar leña para que se le estropeara la preciosa piel. La odiaban porque poseía una dulzura que no parecía de este mundo y porque era muy guapa. Sus pechos brincaban mientras que los suyos menguaban a causa de su maldad. Vasalisa era servicial y jamás se quejaba mientras que la madrastra y sus hermanas tras se peleaban entre sí como las ratas entre los montones de basura por la noche. Un día la madrastra y las hermanastras ya no pudieron aguantar por más tiempo a Vasalisa.
-Vamos... a... hacer que el fuego se apague y entonces enviaremos a Vasalisa al bosque para que vaya a ver a la bruja Baba Yagá y le suplique fuego para nuestro hogar. Y, cuando llegue al lugar donde está Baba Yagá, la vieja bruja la matará y se la comerá. Todas batieron palmas y soltaron unos chillidos semejantes a los de los seres que habitan en las tinieblas. Así pues aquella tarde, cuando regresó de recoger leña, Vasalisa vio que toda la casa estaba a oscuras. Se preocupó y le preguntó a su madrastra: -¿Qué ha ocurrido? ¿Con qué guisaremos? ¿Qué haremos para iluminar la oscuridad? -Qué estúpida eres -le contestó la madrastra-. Está claro que no tenemos fuego. Y yo no puedo salir al bosque porque soy vieja. Mis hijas tampoco pueden ir porque tienen miedo. Por consiguiente, tú eres la única que puede ir al bosque a ver a Baba Yagá y pedirle carbón para volver a encender la chimenea. -Muy bien pues, así lo haré -dijo inocentemente Vasalisa.

Y se puso en camino. El bosque estaba cada vez más oscuro y las ramitas que crujían bajo sus pies la asustaban. Introdujo la mano en el profundo bolsillo de su delantal donde guardaba la muñeca que su madre moribunda le había entregado. Le dio unas palmadas a la muñeca que guardaba en el interior del bolsillo y se dijo: -Es verdad, el simple hecho de tocar esta muñeca me tranquiliza. A cada encrucijada del camino, Vasalisa introducía la mano en el bolsillo y consultaba con la muñeca. -Dime, ¿tengo que ir a la derecha o a la izquierda? La muñeca le contestaba, «Sí», «No», «Por aquí» o «Por allá». Vasalisa le dio a la muñeca un poco de pan que llevaba y siguió el camino que parecía indicarle la muñeca. De repente, un hombre vestido de blanco pasó al galope por su lado montado en un caballo blanco e inmediatamente se hizo de día. Más adelante, pasó un hombre vestido de rojo montado en un caballo rojo y salió el sol. Vasalisa prosiguió su camino y, en el momento en que llegaba a la choza de Baba Yagá, pasó un jinete vestido de negro trotando a lomos de un caballo negro y entró en la cabaña de Baba Yagá. Enseguida se hizo de noche. La valla hecha con calaveras y huesos que rodeaba la choza empezó a brillar con un fuego interior, iluminando todo el claro del bosque con su siniestra luz.

La tal Baba Yagá era una criatura espantosa. Viajaba no en un carruaje o un coche sino en una caldera en forma de almirez que volaba sola. Ella impulsaba el vehículo con un remo en forma de mano de almirez y se pasaba el rato barriendo las huellas que dejaba a su paso con una escoba hecha con el cabello de una persona muerta mucho tiempo atrás.

Y la caldera volaba por el cielo mientras el grasiento cabello de Baba Yagá revoloteaba a su espalda. Su larga barbilla curvada hacia arriba y su larga nariz curvada hacia abajo se juntaban en el centro. Tenía una minúscula perilla blanca y la piel cubierta de verrugas a causa de su trato con los sapos. Sus uñas orladas de negro eran muy gruesas, tenían caballetes como los tejados y estaban tan curvadas que no le permitían cerrar las manos en un puño.

La casa de Baba Yagá era todavía más extraña. Se levantaba sobre unas enormes y escamosas patas de gallina de color amarillo, caminaba sola ya veces daba vueltas y más vueltas como un bailarín extasiado. Los goznes de las puertas y las ventanas estaban hechos con dedos de manos y pies humanos y la cerradura de la puerta de entrada era un hocico de animal lleno de afilados dientes. Vasalisa consultó con su muñeca y le preguntó: -¿Es ésta la casa que buscamos? y la muñeca le contestó a su manera: -Sí, ésta es la casa que buscas. Antes de que pudiera dar otro paso, Baba Yagá bajó con su caldera y le preguntó a gritos: -¿Qué quieres? La niña se puso a temblar. -Abuela, vengo por fuego. En mi casa hace mucho frío... mi familia morirá... necesito fuego. Baba Yagá le replicó: -Ah, sí, ya te conozco y conozco a tu familia. Eres una niña muy negligente... has dejado que se apagara el fuego. Y eso es una imprudencia. Y, además, ¿qué te hace pensar que yo te daré la llama? Vasalisa consultó con la muñeca y se apresuró a contestar: -Porque yo te lo pido. Baba Yagá ronroneó. -Tienes mucha suerte porque ésta es la respuesta correcta. Y Vasalisa pensó que había tenido mucha suerte porque había dado la respuesta correcta. Baba Yagá la amenazó: -No te puedo dar el fuego hasta que hayas trabajado para mí. Si me haces estos trabajos, tendrás el fuego. De lo contrario... -Aquí Vasalisa vio que los ojos de Baba Yagá se convertían de repente en unas rojas brasas-. De lo contrario, hija mía, morirás.

Baba Yagá entró ruidosamente en su choza, se tendió en la cama y ordenó a Vasalisa que le trajera lo que se estaba cociendo en el horno. En el horno había comida suficiente para diez personas y la Yagá se la comió toda, dejando tan sólo un pequeño cuscurro y un dedal de sopa para Vasalisa.
-Lávame la ropa, barre el patio, limpia la casa, prepáreme la comida, separa el maíz añublado del maíz bueno y cuida de que todo esté en orden. Regresaré más tarde para inspeccionar tu trabajo.

Si no está listo, tú serás mi festín. Dicho lo cual, Baba Yagá se alejó volando en su caldera, usando la nariz a modo de cataviento y el cabello a modo de vela. Y cayó de nuevo la noche.
Vasalisa recurrió a su muñeca en cuanto la Yagá se hubo ido. -¿Qué voy a hacer? ¿Podré cumplir todas estas tareas a tiempo? La muñeca le aseguró que sí y le dijo que comiera un poco y se fuera a dormir. Vasalisa le dio también un poco de comida a la muñeca y se fue a dormir.

A la mañana siguiente, la muñeca había hecho todo el trabajo y lo único que quedaba por hacer era cocinar la comida. La Yagá regresó por la noche y vio que todo estaba hecho. Satisfecha en cierto modo aunque no del todo porque no podía encontrar ningún fallo, Baba Yagá dijo en tono despectivo: -Eres una niña muy afortunada. Después llamó a sus fieles sirvientes para que molieran el maíz e inmediatamente aparecieron tres pares de manos en el aire y empezaron a raspar y triturar el maíz. La paja voló por la casa como una nieve dorada. Al final, se terminó la tarea y Baba Yagá se sentó a comer. Se pasó varias horas comiendo y por la mañana le volvió a ordenar a Vasalisa que limpiara la casa, barriera el patio y lavara la ropa. Después le mostró un gran montón de tierra que había en el patio. -En este montón de tierra hay muchas semillas de adormidera, millones de semillas de adormidera. Quiero que por la mañana haya un montón de semillas de adormidera y un montón de tierra separados. ¿Me has entendido? Vasalisa estuvo casi a punto de desmayarse. -¿Cómo voy a poder hacerlo? Introdujo la mano en el bolsillo y la muñeca le contestó en un susurro: -No te preocupes, yo me encargaré de eso.

Aquella noche Baba Yagá empezó a roncar y se quedó dormida y entonces Vasalisa intentó separar las semillas de adormidera de la tierra. Al cabo de un rato la muñeca le dijo: -Vete a dormir. Todo irá bien. Una vez más la muñeca desempeñó todas las tareas y, cuando la vieja regresó a casa, todo estaba hecho. Baba Yagá habló en tono sarcástico con su voz nasal: -¡Vaya! Qué suerte has tenido de poder hacer todas estas cosas. Llamó a sus fieles sirvientes y les ordenó que extrajeran aceite de las semillas de adormidera e inmediatamente aparecieron tres pares de manos y lo hicieron.

Mientras la Yagá se manchaba los labios con la grasa del estofado, Vasalisa permaneció de pie en silencio. -¿Qué miras? -le espetó Baba Yagá. -¿Te puedo hacer unas preguntas, abuela? -dijo Vasalisa. -Pregunta -replicó la Yagá-, pero recuerda que un exceso de conocimientos puede hacer envejecer prematuramente a una persona. Vasalisa le preguntó quién era el hombre blanco del caballo blanco. -Ah -contestó la Yagá con afecto-, el primero es mi Día. -¿Y el hombre rojo del caballo rojo ? -Ah, ése es mi Sol Naciente. -¿Y el hombre negro del caballo negro? -Ah, sí, el tercero es mi Noche. -Comprendo -dijo Vasalisa. -Vamos, niña, ¿no quieres hacerme más preguntas? -dijo la Yagá en tono zalamero. Vasalisa estaba a punto de preguntarle qué eran los pares de manos que aparecían y desaparecían, pero la muñeca empezó a saltar arriba y abajo en su bolsillo y entonces dijo en su lugar: -No, abuela. Tal como tú misma has dicho, el saber demasiado puede hacer envejecer prematuramente a una persona. -Ah -dijo la Yagá, ladeando la cabeza como un pájaro-, tienes una sabiduría impropia de tus años, hija mía. ¿Y cómo es posible que seas así? -Gracias a la bendición de mi madre -contestó Vasalisa sonriendo. -¡¿La bendición?! -chilló Baba Yagá-. ¡¿La bendición has dicho?! En esta casa no necesitamos bendiciones. Será mejor que te vayas, hija mía -dijo empujando a Vasalisa hacia la puerta y sacándola a la oscuridad de la noche-. Mira, hija mía. ¡Toma! -Baba Yagá tomó una de las calaveras de ardientes ojos que formaban la valla de su choza y la colocó en lo alto de un palo-. ¡Toma! Llévate a casa esta calavera con el palo. Eso es el fuego. No digas ni una sola palabra más. Vete de aquí. Vasalisa iba a darle las gracias a la Yagá, pero la muñequita de su bolsillo empezó a saltar arriba y abajo y entonces Vasalisa comprendió que tenía que tomar el fuego y emprender su camino. Corrió a casa a través del oscuro bosque, siguiendo las curvas y las revueltas del camino que le iba indicando la muñeca. Vasalisa salió del bosque, llevando la calavera que arrojaba fuego a través de los orificios de las orejas, los ojos, la nariz y la boca. De repente, se asustó de su peso y de su siniestra luz y estuvo a punto de arrojarla lejos de sí. Pero la calavera le habló y le dijo que se tranquilizara y siguiera adelante hasta llegar a la casa de su madrastra y sus hermanastras. Y ella así lo hizo. Mientras Vasalisa se iba acercando a la casa, la madrastra y las hermanastras miraron por la ventana y vieron un extraño resplandor danzando en el bosque. El resplandor estaba cada vez más cerca y ellas no acertaban a imaginar qué podía ser. La prolongada ausencia de Vasalisa las había inducido a pensar que ésta había muerto y que las alimañas se habían llevado sus huesos y en buena hora. Vasalisa ya estaba muy cerca de su casa. Cuando la madrastra y las hermanastras vieron que era ella, corrieron a su encuentro, diciéndole que llevaban sin fuego desde que ella se había ido y que, a pesar de que habían intentado repetidamente encender otro, éste siempre se les apagaba. Vasalisa entró triunfalmente en la casa, pues había sobrevivido al peligroso viaje y había traído el fuego a su hogar. Pero la calavera que estaba contemplando todos los movimientos de las hermanastras y de la madrastra desde lo alto del palo las abrasó y, a la mañana siguiente, el malvado trío se había convertido en unas pavesas.

Es tan simple de entender, invito que la utilicen, este tipo de experiencias la verdad a mi me ha dejado con muy buen sabor de boca, podría decir, es lo que ha hecho diferente vivir mi vida. Esta en cada quien aceptar o rechazar nuestra femineidad, esto no quiere decir que se maquillen que se vistan de mujer, que traten de ser una; claro solo si eso les gusta y no les causa conflicto, es respetado; si no, que busquen ser intuitivos.

jueves, 18 de agosto de 2011

Cadenas que transmutan en Cabellos de Oro.

El titulo lo pensé por un hecho onírico y un hecho real. Esto estaba transcurriendo en los últimos días de mi vida. No creo ser el único al que le ha pasado, sin embargo, en ocasiones no se que hacer en este tipo de casos, fue algo nuevo para mi, una nueva experiencia en mi vida.
En los últimos días, para ser exacto desde el viernes anterior, hace 6 días, me sentía un tanto intranquilo, no sabia realmente que estaba pasando en mi mente, pasaban recuerdos en mi cabeza como si fuese un proyección de imágenes y vídeos.

Hecho Onírico.

El lunes anterior, tuve un sueño, en el cual recuerdo que, estaba en casa de mi abuela en Tequila. Observe siempre como si fuera un espectador, vi los patios de esa casa, que son un tanto grandes, el corral en el que jugué de niño con mis primos y mis hermanos. La casa donde la mayor parte de mi infancia, por no decir mi vida; viví. Volé por los pasillos, sus alrededores. Recuerdo que era de día; conforme iba recorriendo la casa, aparecían mis familiares; realmente no recuerdo bien quienes eran. Cuando en un instante mi vi caminando y corriendo, corrí al patio del fondo, donde se encuentran las escaleras que llevan a la azotea de la casa, la cual también es enorme. Sin embargo, me mostraba un tanto tranquilo, cuando mi conducta cambio repentinamente. Ansiedad. Desesperación. Vi como saco unos clavos que tenia en la boca, los cuales me molestaban. Al poco tiempo sentí en mi garganta una sensación de rasposa. Aparecen cadenas. Salen. Se mueve. Se flexionan. Brotan como si fuera una extremidad de mi cuerpo. Mientras salen, me doy cuenta que son muy largas, tan extensas que se hacían nudos. Veía como mis familiares me ayudaban a sacarlas de mi interior. Las cortaban. Las jalaban. Las enredaban. Las movían. Solo intentaban ayudarme, hasta llegar el punto en el cual desaparecen. Sentí una tranquilidad. Desperté.

Ayer hablé con dos de mis mejores amigos, a quienes agradezco mucho el estar en mi vida y me soportan, creo que no es tan fácil hacer eso. Julio y David. El tema el cual hablé con ellos, fue como me sentía emocionalmente en este momento y lo que estaba viviendo.

Hecho Real.

Blogs anteriores mencioné que una persona especial había llegado a mi vida. Sí, fue algo que estaba viviendo con él, el no saber que hacer en esa situación. Todo transcurrió tan rápido, que ni tiempo me di de disfrutar. Una indecisión oculta. El no contarle a nadie de como me sentía. El engaño que me hacia a las cuestiones que se me hacían. El darme cuenta que lo hice estuvo incorrecto desde el inicio. Ocultar algo que existe y no hacerlo saber. Es mentir. Es engañarme. Es vivir una fantasía.
Consultando mi biblia, como sabrán todos los que leen esto (Mujeres que corren con los Lobos) leí una metáfora la cual podría ejemplificar lo que sentía en esos momentos.


La mujer de los Cabellos de Oro.

Había una mujer muy extraña pero muy guapa que tenía unos largos cabellos de oro, tan finos como el oro hilado. Era joven y huérfana de padre y madre, vivía sola en el bosque y tejía en un telar hecho con negras ramas de nogal. El bárbaro hijo del carbonero trató de obligarla a que se casara con él y, en un intento de quitárselo de encima, ella le regaló unos cuantos cabellos de oro. Pero él no sabía ni le importaba saber que el oro que ella le había dado no tenía un valor monetario... y cuando intentó vender los cabellos en el mercado, la gente se burló de él y lo tomó por loco. Enfurecido, regresó de noche a la casita de la mujer y, con sus propias manos, la mató y enterró el cuerpo a la orilla del río. Durante mucho tiempo nadie se percató de su ausencia... Pero en su tumba, la melena de oro de la mujer iba creciendo. Los hermosos cabellos se ondulaban en espirales que subían a través de la negra tierra y se enroscaban alzándose cada vez más, hasta que la tumba quedó cubierta por un campo de ondulantes cañas doradas.
Los pastores cortaron las curvadas cañas para construirse flautas y, cuando las tocaban, las flautitas cantaban:

Aquí yace la mujer de los cabellos de oro
asesinada y encerrada en su tumba,muerta por el hijo del carboneroporque ansiaba vivir.Y así fue como el hombre que le arrebató la vida a la mujer de los cabellos de oro fue descubierto y conducido ante la justicia y, de esta manera, los que vivían en las salvajes florestas del mundo, tal como hacemos nosotros, pudieron sentirse nuevamente seguros.

Este cuento muestra exactamente lo que me pasó. Cuando traté de engañarme a mi mismo. Tarde que temprano todo tendría claridad. Guarde mis emociones en lo mas profundo de mi. Pero no me di cuenta que saldrían convertidos en cabellos de oro. Todo se sabría en algún momento. Tomar decisiones oportunas, me salvo de no abrir cicatrices que anteriormente sufrí en mi alma. La mente es tan poderosa, que cuando mi consiente no quiere ver la realidad lo transforma en fantasía, donde el inconsciente oculta la realidad en murallas casi imposibles de penetrar. En el libro donde tome esta metáfora, hace una mención de un dicho, "La ropa sucia se lava en casa", donde menciona una estrofa que dice asi: ..."La habitual prohibición de lavar la ropa sucia fuera de casa se encierra en una ironía, pues la "Ropa Sucia" nunca se lava en casa. La "Ropa Sucia" de la familia se queda para siempre en el mas oscuro rincón del sótano con su secreto. La insistencia en mantener algo en secreto es veneno puro. De hecho, semejante pretensión significa que una persona no cuenta a su alrededor con el apoyo necesario para afrontar las cuestiones que le causan dolor."...
Lo único que puedo hacer es volver a agradecer a las personas que me jalan las orejas constantemente, quienes me muestran la realidad. Suelo ser un persona fantasiosa, soñadora, tanto es algo con lo que me gano lo vida; también es algo con lo que cavo mi tumba. Despertar y volver a la realidad, es algo que me cuesta mucho trabajo en ocasiones, es algo con lo que he vivido mucho tiempo, mas sin embargo, volví a ganar. Gracias AMIGOS JULIO y DAVID.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Obscenidad Sagrada.

Leyendo mi biblia, como cualquier día; llamo biblia al libro "Mujeres que corren con lobos", leí un capitulo en el que se habla de la sexualidad, obscenidad, considerada como algo sagrado. Me puse a reflexionar, los beneficios que puede traer esta parte a la vida. Creo que en la sociedad que actualmente me desarrollo, esto sigue siendo un tabú, lamentablemente. Esto se debe al reprimir esta parte sagrada que se nos da para vivir en armonía, creo que a la mayoría nos a pasado, que estando tristes o un tanto deprimidos, hablar de sexualidad o tener algún acto sexual, nos pone de buen humor; no todo en la vida es metódico, tecnicismos, mecanismos; en ocasiones, reír de lo obsceno, podría contribuir en romper la rutina, o simplemente como una buena distracción o relajarnos un buen momento.

En el libro relatan tres cuentos, algo cortos pero muy chistosos y bobos.

Baubo: La diosa del Vientre.

Deméter, la madre tierra, tenía una hermosa hija llamada Perséfone que un día estaba jugando en un prado. De pronto, Perséfone tropezó con una preciosa flor y alargó las puntas de los dedos para acariciar su bella corola. Súbitamente el suelo empezó a estremecerse y un gigantesco zigzag rasgó la tierra. De las profundidades de la tierra surgió Hades, el dios de Ultratumba. Era alto y poderoso y permanecía de pie en un carro negro tirado por cuatro caballos de color espectral.

Hades agarró a Perséfone y la atrajo a su carro en medio de un revuelo de velos y sandalias. Después los caballos se precipitaron de nuevo al interior de la tierra. Los gritos de Perséfone son cada vez más débiles a medida que se iba cerrando la brecha de la tierra como si nada hubiera ocurrido.

Los gritos y el llanto de la doncella resonaron por todas las piedras de las montañas y subieron borbotando en un acuático lamento desde el fondo del mar. Deméter oyó gritar a las piedras. Oyó los gritos del agua. Después un pavoroso silencio cubrió toda la tierra mientras se aspiraba en el aire el perfume de las flores aplastadas.

Arrancándose la diadema que adornaba su inmortal cabello y desplegando los oscuros velos que le cubrían los hombros, Deméter voló sobre la tierra como un ave gigantesca, buscando y llamando a su hija.

Aquella noche una vieja bruja les comentó a sus hermanas junto a la entrada de su cueva que aquel día había oído tres gritos: uno era el de una voz juvenil lanzando alaridos de terror; otro, una quejumbrosa llamada; y el tercero, el llanto de una madre.

No hubo manera de encontrar a Perséfone y así inició Deméter la búsqueda de su amada hija a lo largo de vanos meses. Deméter estaba furiosa, lloraba, gritaba, preguntaba, buscaba en todos los parajes de la tierra por arriba, por abajo y por dentro, suplicaba compasión y pedía la muerte, pero, por mucho que se esforzara, no conseguía encontrar a su hija del alma.

Así pues, ella, la que lo hacía crecer todo eternamente, maldijo todas las tierras fértiles del mundo, gritando en su dolor: “¡Morid! ¡Morid! ¡Morid!” A causa de la maldición de Deméter ningún niño pudo nacer, no creció trigo para amasar el pan, no hubo flores para las fiestas ni ramas para los muertos. Todo estaba marchito y consumido en la tierra reseca y los secos pechos.

La propia Deméter ya no se bañaba. Sus túnicas estaban empapadas de barro y el cabello le colgaba en enmarañados mechones. A pesar del terrible dolor de su corazón, no se daba por vencida. Después de muchas preguntas, súplicas e incidentes que no habían dado el menor resultado, la diosa se desplomó junto a un pozo de una aldea donde nadie la conocía. Mientras permanecía apoyada contra la fría piedra del pozo, apareció una mujer, más bien una especie de mujer, que se acercó a ella bailando, agitando las caderas como si estuviera en pleno acto sexual mientras sus pechos brincaban al compás de la danza. Al verla, Deméter no pudo por menos de esbozar una leve sonrisa.

La bailarina era francamente prodigiosa, pues no tenía cabeza, sus pezones eran sus ojos y su vulva era su boca. Con aquella deliciosa boca empezó a contarle a Deméter unas historias muy graciosas. Deméter sonrió, después se rió por lo bajo y, finalmente, estalló en una sonora carcajada. Ambas mujeres, Baubo, la pequeña diosa del vientre, y la poderosa diosa de la Madre Tierra Deméter se rieron juntas como locas.

Coyote Dick.

Y aquella risa sacó a Deméter de su depresión y le infundió la energía necesaria para reanudar la búsqueda de su hija y, con la ayuda de Baubo, de la vieja bruja Hécate y del sol Helios, consiguió finalmente su objetivo. Perséfone fue devuelta a su madre. El mundo, la tierra y los vientres de las mujeres volvieron a crecer.

Creo que las cosas que Baubo le contó a Deméter eran chistes femeninos acerca de esos transmisores y receptores que tienen unas formas tan bonitas: los órganos genitales. En caso de que así fuera, me imagino que Baubo le debió de contar a Deméter un cuento como el siguiente que yo le oí relatar hace años al viejo encargado de un aparcamiento de caravanas de la ciudad de Nogales. Se llamaba Old Red y afirmaba tener sangre nativa.

No llevaba puesta la dentadura postiza y hacía varios días que no se afeitaba. Su anciana y bella esposa Willowdean poseía un rostro hermoso pero ajado. Me dijo que una vez le habían roto la nariz en una riña de bar. Eran propietarios de tres Cadillacs, pero ninguno de ellos funcionaba. Tenían un perro chihuahua que ella mantenía en la cocina en el interior de un parque infantil. Él era uno de esos hombres que no se quitan el sombrero ni siquiera cuando se sientan en la taza del excusado.

Yo estaba buscando cuentos y había entrado en el recinto con mi pequeña caravana Napanee.

—Bueno pues, ¿conocen ustedes algún cuento de esta región? —les pregunté, refiriéndome a la zona y sus alrededores.

Old Red miró pícaramente a su mujer con una sonrisa en los labios y la provocó diciendo en tono burlón:

—Le voy a contar el cuento de Coyote Dick.

—Red, no le cuentes este cuento. Red, ni se te ocurra.

—Pues se lo pienso contar —aseguró Old Red.

Willowdean se sostuvo la cabeza entre las manos y habló mirando a la mesa.

—No le cuentes este cuento, Red, hablo en serio.

—Pues yo se lo voy a contar ahora mismo, Willowdean.

Willowdean se sentó de lado en la silla y se cubrió los ojos con las manos como si acabara de quedarse ciega.

Eso es lo que Old Red me contó. Dijo que se lo había contado “un navajo que se lo había oído contar a un mexicano que se lo había oído contar a un hopi”.

Había una vez un tal Coyote Dick, la criatura más lista y al mismo tiempo más tonta que cupiera imaginar. Siempre estaba hambriento de algo y siempre andaba gastando bromas a la gente para conseguir lo que quería. El resto del tiempo se lo pasaba durmiendo.

Bueno pues, un día mientras Coyote Dick estaba durmiendo, su miembro se hartó y decidió abandonarlo para pegarse él solo una juerga. Se despegó de Coyote Dick y echó a correr camino abajo. En realidad, brincaba camino abajo, pues sólo tenía una pierna.

Brincó y brincó y se lo estaba pasando tan bien que se apartó del camino y se adentró en un bosque donde —¡oh, no!— fue a saltar directamente a un ortigal.

—¡Ay! —gritó—. ¡Oh, cómo me pica! —chilló—. ¡Socorro! ¡Socorro!

El alboroto de los gritos despertó a Coyote Dick y, cuando éste bajó la mano para poner en marcha su corazón con la acostumbrada manivela, ¡ésta había desaparecido! Coyote Dick bajó corriendo por el camino sosteniéndose la entrepierna con las manos y llegó finalmente al lugar donde se encontraba su pene en la situación más apurada que imaginar se pueda. Coyote Dick sacó amorosamente su aventurero miembro de entre las ortigas, le dio unas palmadas para calmarlo y se lo volvió a colocar en su sitio.

Old Red se rió tanto que hasta le dio un acceso de tos y los ojos le salieron de las órbitas.

—Y éste es el cuento de Coyote Dick.

Willowdean le recordó:

—Has olvidado contarle el final.

—¿Qué final? Ya le he contado el final —masculló Old Red.

—Has olvidado contarle el verdadero final del cuento, viejo bidón de gasolina.

—Pues, ya que lo recuerdas tan bien, cuéntaselo tú.

Sonó el timbre de la puerta y el viejo se levantó de su desvencijada silla.

Willowdean me miró directamente a la cara con los ojos brillando como luceros.

—El final del cuento es la moraleja.

En aquel momento, Baubo se apoderó de Willowdean, pues ésta empezó a reírse por lo bajo, a continuación, soltó una carcajada y, finalmente, estalló en una risotada del vientre tan prolongada que le asomaron las lágrimas a los ojos y tardó dos minutos en pronunciar estas últimas tres frases, repitiendo cada palabra dos o tres veces entre jadeos entrecortados.

—La moraleja es que aquellas ortigas, cuando Coyote Dick se apartó de ellas, le provocaron picor en la picha por siempre jamás. Y es por eso por lo que los hombres siempre se acercan como el que no quiere la cosa a las mujeres para restregarse contra ellas y ponen cara de “Uy, cuánto me pica”. Porque, mire usted, a esta picha universal le pica todo desde la primera vez que se escapó.

Una excursión a Ruanda.

El general Eisenhower tenía que efectuar una visita a sus tropas de Ruanda. [Hubiera podido ser Borneo. Hubiera podido ser el general MacArthur. Los nombres significaban muy poco para mí por aquel entonces.] El gobernador quería que todas las nativas se alineaban al borde de la carretera de tierra y saludaran y vitorearan a Eisenhower cuando éste pasara en su Jeep. El único problema era que las nativas sólo llevaban encima un collar de cuentas y, a veces, un pequeño cinturón de cuero.

No, no, eso no podía ser de ninguna manera. El gobernador mandó llamar al jefe de la tribu y le expuso su apurada situación.

—No se preocupe —le dijo el jefe de la tribu.

Si el gobernador le pudiera proporcionar varias docenas de faldas y blusas, él se encargaría de que las mujeres se las pusieran en ocasión de aquel trascendental acontecimiento. El gobernador y los misioneros de la zona consiguieron proporcionárselas.

Sin embargo, el día del gran desfile, pocos minutos antes del paso de Eisenhower por la carretera a bordo de su Jeep, descubrieron que las nativas se habían puesto las faldas, pero, como las blusas no les gustaban, se las habían dejado en casa, por lo cual todas ellas se apretujaban a ambos lados de la carretera vestidas con las faldas pero con los pechos al aire y sin ninguna otra prenda ni el menor asomo de ropa interior.

Al gobernador por poco le da un ataque de apoplejía al enterarse, Por lo que mandó llamar al jefe de la tribu, el cual le aseguró que la jefa de la tribu había hablado con él y le había asegurado a su vez que las mujeres habían accedido a cubrirse los pechos cuando pasara el general.

—¿Estás seguro? —rugió el gobernador.

—Estoy seguro. Muy, muy seguro —contestó el jefe de la tribu.

Bueno pues, ya no quedaba tiempo para discutir y sólo cabe imaginar la reacción del general Eisenhower cuando su Jeep avanzó traqueteando por la carretera y, una tras otra, las mujeres se fueron levantando graciosamente la parte delantera de la holgada falda para taparse la cara con ella.

En lo personal, el que mas risa me causó fue el tercero, lo bobo o tonto que puede llegar a ser una metáfora como estas. Pero ahora saco conclusiones, porque muchas veces las mujeres se ríen cuando están solas. Pero no importa, me interesan mas los falos. xD

jueves, 21 de julio de 2011

CAMINANDO SIN DISTRACCIONES EN EL ALMA

Últimamente han pasado ciertas experiencias en mi vida, buenas y malas, gente que se va, gente nueva que llega a mi vida. Puedo decir que me siento muy tranquilo una vez mas, que me siento pleno, retomé mi rumbo sin miedo a un error; darme cuenta que los errores nos suceden a todos, lo menos que puedo hacer con ellos es aprender.
Me siento contento, estoy conociendo a una personas muy especial, con las cual me siento identificado, me da tranquilidad, y me siento bien. El día de ayer salí con él, además de mis amigos, el café, el bar, el antro (sí, en miércoles).
Tenía tiempo sin sentir un beso como el de ayer, estaba con algo de nervio, porque es algo nuevo, unos labios que inicio a conocer (que por cierto me gustan mucho como se ven, siempre he tenido esa fijación); já..! que decir de sus ojitos rasgaditos, son muy lindos y me gustan como me ven. Soy sincero creo no estar enamorado aún... (creeoooo...!!) apenas esta surgiendo eso de poco a poco, no quiero ser muy ansioso; las experiencias que he vivido, me servirán de guía, no quiero cometer lo mismos errores, sin dejar de ser yo. Lo menos que puedo decir es que me ha gustado estar con él; GRACIAS por compartir un poco conmigo.
Volver a vivir esto es un proceso magnifico, me doy cuenta, como dicen las personas sabias "cuando conoces a alguien, empiezan a llegar mas...", entonces recordé una metáfora que habla al respecto de esto. Creo que es una metáfora fácil de entender.


MANAWEE

Un hombre fue a cortejar a dos hermanas gemelas. Pero el padre le dijo: “No podrás casarte con ellas hasta que no adivines sus nombres.” Aunque Manawee lo intentó repetidamente, no pudo adivinar los nombres de las hermanas. El padre de las jóvenes sacudió la cabeza y rechazó a Manawee una y otra vez.
Un día Manawee llevó consigo a su perrito en una de sus visitas adivinatorias y el perrito vio que una hermana era más guapa que la otra y que la segunda era más dulce que la primera. A pesar de que ninguna de las dos hermanas poseía ambas cualidades, al perrito le gustaron mucho las dos, pues ambas le daban golosinas y le miraban a los ojos sonriendo.Aquel día Manawee tampoco consiguió adivinar los nombres de las jóvenes y volvió tristemente a su casa. Pero el perrito regresó corriendo a la cabaña de las jóvenes. Allí acercó la oreja a una de las paredes laterales y oyó que las mujeres comentaban entre risas lo guapo y viril que era Manawee. Mientras hablaban, las hermanas se llamaban, la una a la otra por sus respectivos nombres y el perrito lo oyó y regresó a la mayor rapidez posible junto a su amo para decírselo.
Pero, por el camino, un león había dejado un gran hueso con restos de carne al borde del sendero y el perrito lo olfateó inmediatamente y, sin pensarlo dos veces, se escondió entre la maleza arrastrando el hueso. Allí empezó a comerse la carne y a lamer el hueso hasta arrancarle todo el sabor. De repente, el perrito recordó su olvidada misión, pero, por desgracia, también había olvidado los nombres de las jóvenes.
Corrió por segunda vez a la cabaña de las gemelas. Esta vez ya era de noche y las muchachas se estaban untando mutuamente los brazos y las piernas con aceite como si se estuvieran preparando para una fiesta. Una vez más el perrito las oyó llamarse entre si por sus nombres. Pegó un brinco de alegría y, mientras regresaba por el camino que conducía a la cabaña de Manawee, aspiró desde la maleza el olor de la nuez moscada.
Nada le gustaba más al perrito que la nuez moscada. Se apartó rápidamente del camino y corrió al lugar donde una exquisita empanada de kumquat se estaba enfriando sobre un tronco. La empanada desapareció en un santiamén y al perrito le quedó un delicioso aroma de nuez moscada en el aliento. Mientras trotaba a casa con la tripa llena, trató de recordar los nombres de las jóvenes, pero una vez más los había olvidado.
Al final, el perrito regresó de nuevo a la cabaña de las jóvenes y esta vez las hermanas se estaban preparando para casarse. “¡Oh, no! —pensó el perrito—, ya casi no hay tiempo.” Cuando las hermanas se volvieron a llamar mutuamente por sus nombres, el perrito se grabó los nombres en la mente y se alejó a toda prisa, firmemente decidido a no permitir que nada le impidiera comunicar de inmediato los dos valiosos nombres a Manawee.
El perrito en el camino vio los restos de una pequeña presa recién muerta por las fieras, pero no hizo caso y pasó de largo.
Por un instante, le pareció aspirar una vaharada de nuez moscada en el aire, pero no hizo caso y siguió corriendo sin descanso hacia la casa de su amo. Sin embargo, el perrito no esperaba tropezarse con un oscuro desconocido que, saliendo de entre los arbustos, lo agarró por el cuello y lo sacudió con tal fuerza que poco faltó para que se le cayera el rabo.
Y eso fue lo que ocurrió mientras el desconocido le gritaba: “¡Dime los nombres! Dime los nombres de las chicas para que yo pueda conseguirlas.”
El perrito temió desmayarse a causa del puño que le apretaba el cuello, pero luchó con todas sus fuerzas. Gruñó, arañó, golpeó con las patas y, al final, mordió al gigante entre los dedos. Sus dientes picaban tanto como las avispas. El desconocido rugió como un carabao, pero el perrito no soltó la presa. El desconocido corrió hacia los arbustos con el perrito colgando de la mano.
“Suéltame, suéltame, perrito, y yo te soltaré a ti”, le suplicó el desconocido.
El perrito le gruñó entre dientes: “No vuelvas por aquí o jamás volverás a ver la mañana.” El forastero huyó hacia los arbustos, gimiendo y sujetándose la mano mientras corría. Y el perrito bajó medio renqueando y medio corriendo por el camino que conducía a la casa de Manawee.
Aunque tenía el pelaje ensangrentado y le dolían mucho las mandíbulas, conservaba claramente en la memoria los nombres de las jóvenes, por lo que se acercó cojeando a Manawee con una radiante expresión de felicidad en el rostro. Manawee lavó suavemente las heridas del perrito y éste le contó toda la historia de lo ocurrido y le reveló los nombres de las jóvenes. Manawee regresó corriendo a la aldea de las jóvenes llevando sentado sobre sus hombros al perrito cuyas orejas volaban al viento como dos colas de caballo. Cuando Manawee se presentó ante el padre de las muchachas y le dijo sus nombres, las gemelas lo recibieron completamente vestidas para emprender el viaje con él; le habían estado esperando desde el principio. De esta manera Manawee consiguió a las doncellas más hermosas de las tierras del río. Y los cuatro, las hermanas, Manawee y el perrito, vivieron felices juntos muchos años.

Darmé cuenta que habrá distracciones en el camino, es muy fácil de entender; pero poco probables de verlas con el alma. Sé que hay algo que quiero, es COMPROMETERME, es lo mejor que puedo hacer cuando estoy con alguien, entender que su físico y su alma son cosas diferente, las cuales aceptaré como son, no me causa ningún conflicto, todo lo contrario. Sé que necesitamos conocernos mas y estamos en ese proceso.
Ayer en el bar me comenta David, "son la pareja mas similar que he conocido"... podría decir que me preocupo un poco eso, por eso de las leyes de los polos (polos iguales se rechazan, polos diferentes se atraen), pero creo que eso sería ser muy metódico; utilizar mas la razón, prefiero utilizar mas los sentimientos, mi intuición. Sí, sé que es él. Bienvenido a mi vida.

martes, 12 de julio de 2011

Pasarela de Ensueño

Lleno de personas, formados, dando camino a la pasarela. En su mayoría con alguna bebida embriagante en la mano. El look al ultimo grito de la moda, todos con sus peinados extravagantes, colores obscuros, por ser noche.
El diseño de interiores como una fiesta, sí, como una fiesta de quinceañera, parece pastel, un concepto Chic, la fusión de la arquitectura moderna y colonial. Los colores Rosas, terrosos, luces moradas, el discoball gira. El piso viejo, mosaicos de color blanco y negro.
Una puerta abre y aparecen dos modelos, sí, supuestos modelos. Ellos coquetísimos. Colores atractivos a la mirada, rojo pasión, una delgadez inigualable, de una altura sobresaliente, sobretodo con una actitud sorprendente que sobresalen ante los demás.
Las miradas siguen su camino como si dejaran una estela al pasar. El contoneo de sus caderas, se mueven de un lado a otro, sus pies uno delante del otro como si jugaran "Gallo Gallina" y no pierden su linea recta.
Modelan la ultima tendencia de Medrano, claro zapatos rotos y sucios, suéter hecho por la costurera de la esquina, el pantalón con falta de linea. Reconocer, la actitud con la que pasan por la sala pop del Club Babel. Todo en silencio. Todos se miran unos con otros. Los observan en su camino. Termina la pasarela en el baño, sí, en el baño. Bueno no sé, si estaban con actitud de modelar o porque ya les urgía entrar al baño. Todos comentando y bufando por su caminar. Pero como que tenían algo, por que los mencionábamos y aparecían por arte de magia, cabe mencionar que es un lugar un tanto grande. Ellos siempre criticándonos. Pobres jotas que vivan en su burbuja.
Pienso que por ese tipo de homosexuales, existen los arquetipos gays, lamentablemente. Pero como dice un amigo, hay de todo en esta viña del señor!

viernes, 8 de julio de 2011

Bailando con las Zapatillas Rojas

Este es un momento peculiar, que me suele pasar, cuando trato de asimilar mis problemas, simplemente no se que hacer.
Creo que es momento de consultar mi biblia, me doy cuenta de mi hermetismo para comprender palabras, necesito explorar mas otro tipo de comunicaciones. Me he cerrado mucho a la metáfora.
Tortura, comprensión y superación. Simplemente un humano. Me doy cuenta que tengo emociones.
Regresar a terapia o no, en este momento me encuentro en una postura de rechazo hacia ello, pienso y siento que aprendi lo suficiente por el momento.
Leyendo mi biblia, encontre una metafora la cual me identifico en este momento y no la recordaba; tratare de relatarla:


La Niña de las Zapatillas Rojas.

Era una niña pobre que solo tenia con ella unos zapatos negros, rotos, maltratados, con tierra y llenos de agujeros. Un dia caminando encuentra una anciana que estaba fabricando unas zapatillas rojas, la niña impresionada por esas hermosas zapatillas, de color rojo carmesí anhelaba usarlas, por que veía las suyas todas deterioradas; pero al mismo tiempo ella sentía tristeza dejar su zapatos rotos, pues habían estado con ella durante un largo tiempo.
La anciana observa como la niña anhelaba esas zapatillas, de como la niña suspiraba al verlas. La anciana comenta.-Las puedes usar y conservarlas-, la niña emocionada por el gesto aceptó las zapatillas, rápido se quita sus zapatos viejos y rotos, para ponerse sus zapatillas nuevas.
La niña brinca con ellas de la emoción. Gira. Camina. Corre. Baila. La anciana le comenta a la niña, -¿Podrías acompañarme a una reunión?-. la niña accede como agradecimiento. Acompaña a la anciana hasta la puerta del edificio, donde un Guardián alto, derecho, serio y de carácter fuerte, detiene a la pequeña, con su bastón golpea las zapatillas de la nña, para quitarle el polvo que tenia en la suela. El Guardián dice, -no bailes mucho con ellas-
La anciana enferma hasta quedar postrada en una cama. La niña sin tener alguno lugar a donde ir, se queda en casa de la anciana; la anciana le pide que se quite las zapatillas, que no debería usarlas mucho, si no, después no pararía de bailar. La anciana coloca las zapatilla en un estante alto, donde la niña no pudiera alcanzarlas. La anciana reposa y duerme.
La niña desde su lugar observa con atención a la anciana; observa las zapatillas, sigilosamente se acerca hacia el mueble donde se encontraban estas zapatillas, trepa el mueble, toma las zapatillas y se las coloca en los pies. La niña siente como el talón reposa sobre ellas, como sus dedos comienzan a moverse; extasiada por usarlas una vez mas, comienza a bailar y a girar, cada vez mas, y mas. Sin poderse detener la niña disfruta por un tiempo.
Pasado el tiempo la niña comienza a tomar conciencia, algo raro esta pasando. Se acerca a la salida de la casa de la anciana, las zapatillas no dejan de moverse, bailan, brincan, corren. Pasan un pantano, las zapatillas no cesan sus movimientos. Sigue con ellas, el tiempo pasa, las distancias recorren; llega a un cementerio, donde aparecen los fantasmas con el movimiento de las zapatillas. La niña asustada, no sabia que hacer, uno de los fantasmas le comenta, -Bailaras, bailaras, durante mucho tiempo hasta que tus pies se consumas, tu carne se desgarre, tus huesos se desgasten. Caminaras, Bailaras, tocaras todas las puertas de la aldea. La niña asustada, las zapatillas brincan en cebos, en lodo y comienza su recorrido.
En las lejanías la niña observa un leñador, reposando y a un lado con su hacha. Al acercarse la niña al leñador bailando brincando descontroladamente; el leñador se da cuenta que la niña se encuentra en apuros, al ver su reacción de susto, desesperación, de agonía. La niña comenta, -Por favor, podría cortar el sujetador no puedo parar, necesito quitarme las zapatillas-. El leñador toma el hacha el corta.
La niña tratando de tranquilizarse se da cuenta que no puede quitarse las zapatillas, como si estas estuvieran adheridas a sus pies. La niña exhausta exclama, -Córteme los pies, córteme los pies, no las puedo quitar-, el leñador toma una vez mas el hacha y corta los pies de la pequeña. Observan como las zapatillas siguen bailando, brincando, caminan, corriendo sin cesar hasta perderlas de vista.
La niña postrada en el suelo exhausta da las gracias al leñador por haberla ayudado. La niña condenada a ser una tullida de por vida, tuvo que vivir de criada por el resto de su vida y jamás volvió a desear unas zapatillas.

Me doy cuenta, estoy consciente que me deje llevar, llegue al final y salí herido. Solo me queda recuperarme como la niña. En ocasiones vemos señales y no las apreciamos, simplemente por la adicción a algo, por tener algo. Solo me quedó cortarme los pies, desprenderme de algo que quiero, ver como se van y se pierden en el camino. Aprender a observar, a ser paciente para poder identificar las señales. Observar mi contexto. Observar mas cosas bellas. Observar que hay gente que me quiere. Volver al inicio.